Por mucho tiempo nadie sabe qué tiene Zoe, ni siquiera los médicos. La mamá dice que es porque los médicos no saben lo que hacen, pero el papá dice Leslie, como si por ahí fuera la mamá la que no sabe.
Le hacen todo tipo de estudios como el del túnel en donde hay que acostarse adentro y quedarse quieta mientras te sacan fotos del cerebro. Amy aprende cuál es la diferencia entre una resonancia magnética y una TAC. Sabe que las resonancias magnéticas te salen más caras pero que tienen que hacerlas igual. Sabe que los imanes que están adentro del túnel son muy poderosos porque tenés que sacarte los aritos antes de entrar a la sala.
Al principio no la dejan entrar. Al principio tiene que esperar afuera con el papá. Trata de practicar su caligrafía pero siempre se le rompe el grafito.
Zoe no se queda quieta. Al principio le dan inyecciones para inmovilizarla, pero Zoe les tiene tanto tanto miedo a las inyecciones que ruega e implora hasta que las enfermeras se llevan las agujas. De ahí en adelante, Amy es la que se sienta en la sala con Zoe. Amy sabe todos los chistes knock-knock que hay que contar, como el lettuce in, we’re freezing, y el orange you glad I didn’t say banana.
Amy deja de sacar fotos, salvo al perrito de Zoe, y se las trae cuando le tienen que sacar sangre porque a los perros no los dejan entrar en los hospitales salvo que seas ciega. No hay nada peor en el mundo que cuando le sacan sangre a Zoe. Amy intenta mostrarle las fotos en el preciso momento, justo antes de que la enfermera le meta la aguja, en ese rato que hay entre que le ponen la gomita gris alrededor del brazo y le clavan la aguja. Amy cree que si puede distraer a su hermana en ese momento perfecto exacto, Zoe se olvidará de lo que le está pasando.
Pero Amy no lo logra nunca. Siempre es demasiado temprano o demasiado tarde. Zoe llora igual, y les ruega igual a las enfermeras que no la lastimen.
Los brazos de Zoe están llenos de moretones de todas las veces que le tienen que sacar sangre. Amy no mira las bolsas mientras se llenan porque cuando las mira se siente rara como si estuviera flotando y se fuera a caer. Pero sabe que caerse no puede, porque entonces qué haría Zoe.
Zoe sufre más ataques, y ahora van en el auto de la mamá al hospital porque las ambulancias cuestan mucha plata. Amy va atrás con su hermana y trata de convencerse a sí misma de que su hermana todavía está ahí.