4. Amy tiene una foto Polaroid de cada habitación de la casa de los abuelos, también de la cochera, del jardín del fondo, del jardín de enfrente, y dos de la escalera porque, como su casa es de un solo piso, a las chicas les parecen exóticas las escaleras.

(Leer en farsi y/o inglés)

Tulsa, 2000

Amy tiene una foto Polaroid de cada habitación de la casa de los abuelos, también de la cochera, del jardín del fondo, del jardín de enfrente, y dos de la escalera porque, como su casa es de un solo piso, a las chicas les parecen exóticas las escaleras. Una la sacó de muy cerca y muestra la barandilla de metal blanco que tiene una gran S con un bigote a la altura de la cintura entre cada dos rejas. Las rejas son como bastones de menta descabezados, después de que les sacás las rayas rojas con la lengua. La otra foto muestra a Zoe sentada en el escalón del medio, con cara de enojada, hecha sombra por la gran luz que brilla a sus espaldas y que proviene de una ventana del baño, que deja pasar el sol.

Desde que Papá Noel le trajo la cámara en el año pasado, Amy sacó catorce fotos de la hermana, siete de las cuales tienen de coprotagonista al perrito que Papá Noel le trajo a Zoe, un terrier escocés, todo desprolijo y con una pequeña y negra nariz que parece de plástico. Igual que Zoe, el perrito parece salvaje, y Amy sospecha que también es una mala influencia, porque come cosas del piso por más que le digan que no, bichitos muertos y Silly Putty. Amy está cien por cien segura de que Zoe sigue comiendo galletitas para perros, por más que ya sepa perfectamente que los perros y las chicas siempre comen cosas distintas. Pero en la cámara encuentra la manera de civilizarlos a los dos, de enseñarles a quedarse quietos. Hasta les enseña a hacerse los muertos.

Amy elige con mucho cuidado las fotos que quiere sacar porque la película Polaroid no es barata y entonces hace que el perro y la hermana posen por mucho tiempo hasta que el cuadro quede perfecto. Después el perrito se va trotando, persiguiendo alguna cosa imaginaria, y las chicas esperan mientras la foto empieza a salir. Amy la agarra por la punta de la dura banda blanca y la agita despacito en el aire mientras paulatinamente los colores forman burbujas sobre el fondo gris. Sin darse cuenta, las dos contienen la respiración.

Zoe quiere tener la foto y se la pide a la hermana cada vez que sacan una, pero Amy no acepta nunca. A veces Zoe llora, pero a Amy no la convencen las lágrimas, y además su convicción de que sabe qué es lo que le hará bien a Zoe es absoluta. Así van a tener las fotos para siempre, mientras que si se las pasara a Zoe, ella inevitablemente dejaría que se las llevara el perro, y el perro inevitablemente las masticaría y destruiría.

Así que Amy guarda las fotos dentro de una carpeta de papel manila en el fondo de un cajón, con las puntas de flecha y los fósiles que junta en el campamento.

Este es el primer secreto que existe entre Amy y Zoe.