3. Si están en lo de los abuelos cuando viene el tornado, el día igual se hace noche y las hojas se dan vuelta igual, y brillan, y los autos desaparecen igual, pero también pueden esconderse en el placard del pasillo, que está lleno de los juegos antiguos del papá, de cuando él tenía la edad de ellas. 

(Leer en inglés, italiano y/o polaco)

Si están en lo de los abuelos cuando viene el tornado, el día igual se hace noche y las hojas se dan vuelta igual, y brillan, y los autos desaparecen igual, pero también pueden esconderse en el placard del pasillo, que está lleno de los juegos antiguos del papá, de cuando él tenía la edad de ellas. Les cuesta imaginárselo a su edad porque el papá de hoy en día es gigante, mide casi dos metros y tiene un montón de canas; los abuelos siempre le hacen diferentes chistes al respecto cuando la mamá no está. Y todos se ríen porque dicen que debe haber sido por ella que le salieron las canas. Les dicen a Amy y a Zoe que no tienen que repetir los chistes a la mamá, y Amy y Zoe no se los repiten.

Cuando están en lo de los abuelos, Amy deja la luz prendida, por más que Zoe siga siendo chica para muchos de los juegos. Juegan con las fichas de dominó, pero Zoe no entiende y las derrumba. Juegan con las bolitas, pero no hay tanto para hacer con bolitas en un cuadradito de alfombra desprolija. Si las hacés rodar, sólo se pierden.

Zoe siempre quiere jugar a Operación, que es cuando tenés que sacar con una pincita las enfermedades de Cavity Sam. Tenés que tener mucho cuidado porque apenas rozás la parte sana de Cavity Sam, se le enciende la nariz, y zumba, y ahí ya perdiste. Pero a Zoe le encanta la nariz encendida, no para de reírse, no entiende bien las reglas, y le pide permiso a Amy para arruinar el juego una vez más.

Los abuelos llaman getting sprung al momento en que las dejan salir del placard, como cuando salen de la cárcel en las películas en blanco y negro, y el premio por getting sprung son gaseosas y galletitas con pepitas de chocolate. Como no está permitido el consumo de gaseosas en su casa, Amy y Zoe se toman todo, y después suben al piso de arriba y saltan y saltan sobre la cama enorme donde en algún momento estarán listas para escuchar las historias de la abuela y colapsarán entre las muy grandes almohadas, que son todas diferentes entre sí, y se extenderán como ángeles de nieve, anticipando los finales de las historias, porque siempre piden las mismas y siempre se asustan aunque las saben de memoria ya, y se asustan más cuando la abuela hace su voz de bruja. Entonces se enderezan, las dos perfectamente paralelas, las manitos a las caderas bajo las sábanas, y poco a poco, para que no se de cuenta, Zoe se pone más cerca del lado de la hermana.