Mana Pena

Me escondo detrás de una palmera. Tengo puesta una maya entera amarilla con volados. Tengo el pelo atado con dos colitas y un flequillo. El pelo lacio y rubio no teñido. Natural. En la foto parece que mi cuerpo se balancea de izquierda a derecha. Lo confirma mi pelo que está en el airey vuela en esa dirección. Sonrío. Es 1994. Es la primera vez que viajamos a Hawaii. Mi papa está vivo. Es una de las últimas veces que recuerdo haber posado para la cámara de mi mama. Siempre tenía una en la mano. Sacaba fotos casi sin mirar. Y quizás mi pasión por la fotografía también fue aprendida. Quizás no soy rebelde ni original. En la arena aparece la sombra de mi mama. Una cabeza negra. A veces pienso que las fotos de mi mama son como esas que se encuentran una vez que el artista muere. Como las de la niñera que se encontraron en un tacho de basura en Estados Unidos. Me acuerdo ese día por la vergüenza que tuve de posar. Igual lo hice y eso aumenta mi vergüenza ahora que las miro. Porqué no le dije que no como hago ahora? Que no me joda, que no voy a sonreír, que no me voy a mover del lugar donde estoy. Basta de fotos mama. Ay gorda pero estás hermosa. Vos no hagas nada yo te saco así. Con ese pelo rubio. Pareces una modelo. Camina para allá. A ver parate detrás de la palmera. Mirame. Vení. Tirame arena con el pie. Ni ella era fotógrafa ni yo era modelo pero nos divertimos. O eso parece. Y un poco me gusta haberlo hecho porque ya nunca mas lo voy a hacer. Estoy segura. Porque lamentablemente tengo un gusto estético que creo tengo que cuidar y muchos prejuicios que ya no me lo permiten. No podría posar. Menos para mama. Quizás desnuda. Para un hombre. Como hice alguna vez para Diego.  Tres fotos en bombacha y musculosa en una habitación oscura de una casa colonial que alquilaron los papas de Pablo en Salta. Una serie de autorretratos en blanco y negro donde Diego me agarra del culo. Dos fotos con las tetas acabadas en una cama doble en un pueblo hippie de Córdoba. El negro seguro durmiendo en el piso de cemento. Roncando. Con olor a humedad por todas las veces que se tiró al río y no lo secamos. Garchamos a su lado como con si fuera un bebe que todavía no sabe identificar. El semen casi ni se ve y yo parezco muerta. Las fotos que me saqué con Diego no eran como con mi mamá. Diego tenía un gusto estético que yo aprobaba. Diferente. Un poco mas freak que yo. Mas David Lynch. Yo me contagié de su oscuridad. Cada tanto me copiaba y después no sabíamos quien había sacado esa foto. Podría ser de los dos me decía. Siempre competimos un poquito pero no tanto como para mejorar. Ahora extraño posar para mi mamá. Ella me sigue sacando fotos cuando cree que estoy linda. Y me lo dice sorprendida como si fuera un halago. Ahora me fotografía con su celular y me da lástima saber que esas fotos no van a llegar a ningún lado. A algún whatsapp, nada mas. Igual no poso. Pongo cara de culo y miro para atrás. O me tapo con la mano.

 

En el 2000 volvimos a Hawaii. Papá estaba muerto y yo de novia con Diego. Mi hermano más grande no vino. Estaba en España. Era tonto decirle Martin volvé. Nos vamos a Hawaii. Nos vamos a curar. Martín fue el que mas recibió el machismo de papá. Eso es una pelotudez. Vayan a Hawaii sí. Pero nada mas. Mama le escribió una carta. Quizás sintió algo de culpa por la familia disfuncional. Nunca mas fuimos cinco pero tampoco logramos seguir siendo cuatro. Algo pasó que Martín quedó afuera. Algo de Hawaii y eso que no se puede curar. Igual nos queremos. Igual cenamos una vez por semana en lo de mama. Pero Martín no se acuerda de Hawaii. Y de 1994 no hablamos porque falta papá. Es verdad que cuando llegas a Hawaii en el aeropuerto te ponen un collar de flores en el cuello al ritmo del hula hula. Pasó las dos veces que fuimos. Paso con papá. Pero en el 2000 también me dieron un collar de flores en la playa. Un señor que tejió esas flores durante horas. Sentado sobre una roca. Con canas y algo de peso de más. Estaba solo y callado. Cuando terminó me eligió. No me dijo nada. En ese momento no lo supe valorar. Me pareció simpatico. Me sentí especial. No hice nada tampoco. Y las flores se pudrieron como en todo duelo. Las mantuvimos en la heladera un tiempo para que duren mas. No se nos ocurrió llevar las cenizas de papa a Hawaii. Ninguno lo vio como una señal. No era el lugar de papá. Aunque tampoco es Jardín de Paz pero no me acuerdo en el 94 si Hawaii fue especial. Fue un viaje mas de los que hacíamos con papa. Cada año en la feria judicial. Sí, mi papá era abogado. Sí, tenía un mes de vacaciones. No se levantaba temprano. Trabajaba para una multinacional. Cada vez que pasamos por su oficina en la 9 de Julio mama señala el bar de la esquina y dice ahí estaba siempre. Ahí lo podías encontrar. Nos reímos. Yo me acuerdo de la oficina no del bar. Ahora parece todo tan viejo que no entiendo como es que no lo tiraron abajo. Que hace ese edificio todavía en pie? Hay lugares que son de otra vida. Pero Hawaii es Hawaii. Cuando fuimos en el 2000 vino Diego. Una semana antes de empezar la facultad. Viajó 30 horas y mama me dejó ir a buscarlo sola. Nos dimos un beso torpe. No reconocí su olor. Pero la calentura apareció de sopetón. En el taxi que era yanqui. Hablaba otro idioma y quizás por eso nos empezamos a tocar. Cada vez mas fuerte. Me metió la mano adentro de la bombacha. Creo que un poquito gemí. Le avisé que no sabía a que hora volvía mi mamá y mi hermano de la playa. Que compartía la cama doble con mamá. Que Manuel dormía en el sillón cama al lado de la cocina y que seguro él iba a dormir ahí también. Manuel estaba muy contento porque Diego era su amigo. Porque escuchaban la misma música y fumaban la misma marihuana. Diego estaba logrando que yo vuelva a estar cerca de Manuel. Y por primera vez nos poníamos en pedo juntos y jugábamos al T.E.G. como cuando éramos chicos. Como con papá. Diego me besaba y no le importaba nada. Pagó el taxi con los dólares de su Viejo y subimos al ascensor. En el departamento estábamos solos. Nos desnudamos sin pensar. Me la quiso meter y yo le dije que se pusiera forro. No tengo. Como que no tenés. Me olvidé. Me estas jodiendo. No. Después compro. Le dije andá ya. Pero va a llegar tu mamá Mana. Por eso. Un poquito. No. No me acuerdo en que momento dejamos de usar forro. Supongo que cuando empecé a tomar anticonceptivos. Porque no querer tener un hijo era la única razón para no cuidarme. Nunca tuvimos que charlar eso de si estás con otros o no. Cuando te la jugás. Si estás en tinder y lo tenés que dejar. Nosotros chateábamos por icq durante horas. Y estoy segura de que él sólo chateaba conmigo. Y yo sólo chateaba con él.